jueves, 20 de diciembre de 2012

Show



Leí no hay clemencia para los que murieron asesinados. Y pensé, quién necesita clemencia cuando se está muerto.
Casi todo resulta absurdo, vegetando en una broma que se alarga más de la cuenta, véase Show de Truman, pero con más megapixeles. Como llegar a un sitio y que te pregunten: ¿ya estás aquí? 
(-No, venía a decirte que llegaré más tarde).

No tengo respuestas, pero porque no las quiero, ni las necesito. Vuelvo, vuelo, volatilizo, me voy. El caso es que a veces no estoy, y lo que menos importa es cómo me he ido. 

Bien, esto es un borrador de la nada. Tengo todo el derecho a escribir pensamientos deshilados que puedan parecer no decir una mierda, perdón, una caca. Igual que tú tienes todo el derecho a no leerlos, o a criticarlos. Obviamente si has llegado aquí, lo primero ya carece de sentido. Pero siempre puedes parar en este último punto. 

El otro día me compré un vestido después de mucho tiempo. Me quedaba bien. No necesité a nadie que me diera opinión, fui sola, lo elegí sola y lo pagué sola. Es bonito ser autosuficiente. Incluso para comprar vestidos. Sólo es un apunte. 

También me he dado cuenta de que ya no leo periódicos, creo que ni siquiera los releo, paso páginas porque me gusta el compás que se crea en la mesa al son que muevo el café. Leer el periódico es como si todos los días tuvieras un Déjà vu. ¿Cuántos árboles mueren para sangrentar esas bazofias? De todas formas llegados a este punto de miseria, a casi nadie le importan los árboles, eso era antes, cuando se podía tener casa-coche-viaje ymuchascosasmás a golpe de nómina y macetas avalistas. Ahora la cosa es que no te corten el paro. La solidaridad es para los ricos, o eso decía el cuponero de mi barrio.

La palabra bazofia es curiosa, BA-ZO-FIA. De pequeña la utilizaba mucho cuando mi madre hacía verdura. Ahora cuando voy a casa de mi madre le pido bazofia para comer. Porque ella me alimenta bien, porque las madres saben de eso. La mía es un desastre. Pero la quiero por diversas razones que no tienen nada que ver con haberme parido, se lo ha ganado. Le compraré un vestido.

Y bueno, mañana se acaba el mundo, así que me permito el lujo de publicar esto.  

Nos vemos en el limbo. 

lunes, 3 de diciembre de 2012

de volver


Nos habíamos citado a las 6 de la tarde, pero a las menos cinco los nervios ya me habían empujado a ser sorprendentemente  puntual ese día. Ella me abrió la puerta con una sonrisa y con la mano me invitó a pasar. Sentí un escalofrío al pisar de nuevo las losas color hueso y manzana. Mientras simulaba dejarme guiar  hacía lo que ahora era el salón de un gabinete de pedicura clandestino, recorrí de nuevo cada forma en la pared y cada grieta, la puerta del aseo continuaba ligeramente manchada por gotitas de amarillo limón. Sonreí agridulce por estar de nuevo allí "al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver", pero volví. 
Me ofreció café.
- ¿Tienes leche condensada?
- Sí.
- Entonces un bombón, gracias.
La acompañé a la cocina. Estaba igual, tan sólo faltaba la mesita donde hacía 3 años había desayunado durante 6 de mi vida. Seguían las sillas sin respaldo y las cortinas horteras que en su día me había regalado mi madre cuando me independicé. El reloj de números romanos aún estaba parado y el primer cajón del mueble continuaba sin pomo.
Tomamos café sentadas en la cocina sin mesa. Me contó que hacía un año la habían despedido del centro de estética donde trabajaba, que con la indemnización había pagado un año de piso y había comprado algunos artilugios para realizar por su cuenta su oficio. Era agradable, simplona pero curiosa, debía tener mi edad o quizá algún año más. Nunca me han gustado las personas que desde el primer momento tratan como si conocieran de toda la vida, sin embargo ella lo hacía con un toque descarado pero natural que no despertaba desprecio.
- ¿Por qué elegiste este barrio?
- Porque todos los balcones de las calles tienen flores y porque siempre huele a jazmín.
Cerré los ojos medio segundo, y ella no percató de que acababa de clavar un dardo en algún sitio de esos que hacen secar la garganta. Rehíce aquel día en el que él había venido a buscarme al trabajo diciéndome que  por fin había encontrado un piso ideal para nosotros, que sabía que me gustaría porque era un barrio tranquilo lleno de flores.
- ¿Estás bien?
- Sí... disculpa, el café quema un poco. ¿Puedo fumar?
- Si me invitas a uno sí, dejé de fumar hace tiempo, bueno más bien dejé de comprar jajajaja
- jajaja, el piso es bonito, tiene luz y es acogedor.
- Por eso lo elegí. Aunque quizá cuando cumpla el año me mude.
- ¿Por qué?
-  ... es algo extraño.
Sonreí,- Me gustan los extraños, y lo extraño.
- A veces pasan cosas raras.
- ¿Raras?
- Sí, por ejemplo, siempre que me ducho y el cristal del baño se empaña, aparece un nombre, Candela. Sé que no es nada del otro mundo, probablemente alguna vez lo pintaron con algún producto fuerte que con el  vapor sale de nuevo, no sé.
- Bueno siempre puedes cambiar el espejo, no creo que sea raro, será eso que dices.
- Lo he pensado más de una vez... quizá te parezca contradictorio, pero no quiero cambiar nada de esta casa, por alguna razón siento que las cosas deben estar en cada sitio según se dejaron. No sabría explicarte, pensarás que soy idiota.
- No.
- Yo no creo en fantasmas, no creo en dioses, y no creo en nada que no sea tangible. Pero cada noche desde que estoy aquí, sueño con la voz de un hombre que me dice que no debería haberme cortado el pelo, que le gustaba largo como cuando me conoció. Pero yo nunca he llevado el pelo largo.
- ¿Y la voz de tus sueños te dice algo más?
- Me dice que le lea. Que le vuelva a leer libros, que echa de menos mi voz. A mí no me gusta demasiado leer ¿sabes? mucho menos en voz alta.
- A mí me encanta leer en voz alta. Imagino que serán cosas del subconsciente.
- Supongo, ¿empezamos ya? tengo otra cita a las 7,30.
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Cuando terminamos,  me acompañó a la puerta, le dije que había quedado contenta con su trabajo y le pagué lo que pidió por ello, nos despedimos y sutilmente me invitó a que la recomendara a mis amigas, asentí y comencé a bajar las escaleras, cuando me dijo:
- Oye, no me acuerdo de cómo me dijiste que te llamabas.
- No te lo dije, pero me llamo Candela.- Y continúe bajando aquellas escaleras que mil veces había subido a oscuras, mientras él guiaba mis pasos y yo sus manos. 
- e.. espera .- la oí decir, retumbando su eco en el mármol. Pero ya había vuelto una vez y dos no eran necesarias. 

lunes, 15 de octubre de 2012

Mi colega Frank.


No he aprendido nada en este tiempo y sin embargo hay mañanas en las que miro a mi izquierda y veo un orbe semi abierto que comienza. Hay mañanas que miro y eres tú, y me sorprendo porque entonces soy yo y no hay vacío.

En el pasado busqué pegamento para lo fragmentado, para el agujero negro que tragaba pieza a pieza, pelo a pelo, célula a célula, gota a gota, víscera a víscera, carne a carne... de mí. Y nació la capacidad de atormentarse a uno mismo durante eternos para llegar al fin de una resolución, total, clara, lacónica. Volviendo a validar los componentes. 

Ahora tengo de nuevo dos manos, dos pies, veinte dedos, un corazón, unos 5 litros de sangre, una sonrisa. Oídos, boca, todo correcto. Lo necesario para hacerte feliz dentro de la infinidad estúpida de la palabra. Tengo disposición y un contrato basura. Un techo, un cuerpo, cariño. Tengo un mundo que vuelve a fusionar. Un bizcocho en el horno que crece saliéndose del molde, aromatizando a vida la casa. Pero sobretodo tengo el caos dentro del orden. En el orden el motor del barco, en el barco la conciencia de los impulsos, en los impulsos el control de un cirujano que sabe sacar un corazón, cambiarle las bujías y ponerlo en su sitio de nuevo. En el corazón tengo el temple de un asesino que aprieta un día más el gatillo sin saber a qué sabe la piel que roba. En la piel tengo el afloro de irresponsabilidad de un adolescente que  fuga las clases saltando las vallas del C.E.I.M. (Centro Educativo Incapacitador de Mentes) porque quiere ver con sus ojos qué hay detrás del muro. Y yo en los míos tengo lo que quiero ver porque con las manos derribé la pared.

Tengo al doctor Frankenstein reestructurándome de nuevo. Trabajando en la torre apartada de mi cerebro.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Eres lo que yo quiera


He venido para ti. Para amarte, para odiarte. 
Para creerte dueño mío, mientras soy yo tu reina. 

Aunque tú duermes, yo siempre estoy despierta. Tu sueño se funde con el mío, 
y tu virilidad se convierte en una masa vulnerable entre mis escamas, mis piernas.
Y cuando más me quieres, cuando más me necesitas, llega justo el momento de morderte. Fusionándonos en un mismo baile, en el que tú vuelas, yo repto.  
Y la sincronización existe.

Dices, mi veneno, es la paz de las sonrisas, aunque sabes que cualquier día, marcharé de tu sosiego, dejándote noqueado, como niño sin juego. Y aún así, morirías mil veces  para nacer de nuevo,  y conocerme en cada una de tus vidas, volviendo siempre yo, a fundir tu hierro.

Soy Cianuro, tienes razón. 
Y te disfruto como te sufro, cuando muerdo tu cuello, tus brazos, tu pecho... 
cuando recorro mi piel con tu pelo. Sabiendo mi boca a tu sangre. 
Mi cuerpo a tu cuerpo.

Pero nada, ya sabes, es imperecedero.
Lo efímero, es éter. Lo largo, un agujero.

Sí. Soy la Serpiente que destroza y reproduce pero todo lo compensa,
violentamente fuerte,
inmensa.

Soy eso que llamas Amor.  




Inspirado en un texto de Kramen, hace ya algún tiempo.

martes, 28 de agosto de 2012

Napalm y melocotones



Son como las formas que hace el jugo de la fruta en piel, entremezclando calor y frío, absorbiéndose,
introduciéndose, intercalándose,
desordenando temperaturas.
La dermis arde y fluyen turbulencias en las partes blandas, 
suavizándolas, fructificándolas. 
El aire se endurece y la vida se entrecorta. 
La piel se desvela,
se desquita
        se desquicia
                   se desviste
                             se desinfecta
                                          se desvirga mil veces.                                        
Son como las formas que hace el jugo del sudor goteando sobre un cuerpo
recayendo en algodón recién lavado,
recién limpio para pervertir,
para manchar,
para ignorar premisas,
pariendo perfección que al nacer, 
es habilidad 
es juego
es tiempo sin tiempo
sin prisas, 
es napalm estallando entre cuatro piernas 
y dos sonrisas. 


lunes, 20 de agosto de 2012

Despertador, DNI, llaves, carne... todo correcto.

imagen: Imilce

Hay noches que al poco de largarse, ya son carne podrida. La mañana se abre casi limpia y la vida huele a descarga eléctrica y a desinfectante barato. 

Césped recién regado despierta la cuidad. Montones de pestañas parpadean al unísono, robotizadas. Montones de pestañas sueñan con despertar. 
El café convulsiona y exhala elixir de resurrección. El mundo me infecta a base de mosquitos, hijos de olvidadas fosas sépticas. Rasco mi brazo izquierdo, como el país recae sobre la zurda cuando las equivocaciones la pulverizan, y se aferran al filo derecho de la balanza supuestamente, segura. Todo rancio, sí, da igual el brazo a rascar, el veneno, es el mismo. Como poner el cuello en la horca y sonreír para la foto del DNI. Soy un número precioso, incluso soy más que las piedras que embellecen los extrarradios no-urbanizables. Soy incluso una persona, identificada, que no fichada dicen los que organizan el cotarro. Plas, plas, plas. Soy participante del género que define la evolución (Me pregunto entonces, qué será la involución). 
Repaso rápido entre sueño y cansancio. Me llamas y nos recordamos unos minutos mientras se enciende y se apaga una luz. El fuego también se extingue sin agua. Y no deberías llamarme, ni respirar la contaminación que pervierto con mi aire todos los días, igual que riego mis flores y piso mi suelo descalza. Pero hacemos de las promesas, mentiras. Y de las verdades, promesas. 
En poco llegará Septiembre, llegará como llegó Mayo, Enero o Noviembre, llegará como entran los días por mi puerta, me despiertan y se marchan manchando la cama de malas ideas, o sueños imposibles, aunque a veces no tan perturbados, como coger el próximo tren hacia la bendita nada. O silenciar el despertador y no mirar más que la almohada, mientras cosquilleo, abriendo mis piernas al mundo que cierro en mi cabeza. Y puuummm, desaparece. Se engulle como las monedas en las fuentes que de tanto deseo incumplido, desbordaron el agua.  
Pero sí, llega Septiembre, y no hay regresos para los que terminamos ya el colegio.
Así que igual que despiertan los meses, me levanté esta mañana, y no maldije, me vestí, me calcé, me peiné. Con apetito muerto varios días, y una mezcla de asco, azul y desgana. Pero abrí la puerta. El ascensor olía a suciedad humana y sólo eran las 8 de la mañana. Escaleras. Motor. Marcha atrás, hacia delante, quinta contradicción A.M. 
Y lo que nunca acaba, se reactiva. 
Sí, esta mañana nació un lunes, uno más.
O uno menos. 


viernes, 3 de agosto de 2012

Sal-ta



imagen: Imilce


Tiembla lo que piso. Vibran las rocas, la tierra. Los caracolitos, los coños, los erizos. Las ideas, los mentirosos, los cretinos. Lo sucio. Los escrotos. Tiembla lo vivo y lo vivido.
O quizá tiemblo yo, y no todo eso.
Pero da igual, porque voy a saltar, y pasarán los segundos, los minutos, los vestidos, los años, los desamores, los hijosdelagranputa, la verdura, los meses, lo corrompido. El calor y los orgasmos. Mi dulzura. Pasarán las manos que nos tocaron. Pasará el tiempo sombrío. La primavera sin lluvia. Diciembres lejanos. Los carteles, las sonrisas, las naranjas. Pasarán los arrepentimientos. Las piernas andando, la noche, el día, tu pena, la mía, la propina. Pasarán los coches y las mentes. Pasará el dinero. Y los sueños que nacieron de la nada. Pero mientras todo pase, estaré saltando. Volando hacia abajo sin necesidad de alas.  



Después del salto, nos vemos.

miércoles, 1 de agosto de 2012

El día de la noche



imagen: Imilce


A veces todo pende de una palabra. Una luz para vivificar el día. 
A veces ella soñaba que su alrededor partía como una manzana recién caída, saliendo de sí los huesos preparados para parir una nueva planta. Un renacimiento. Pero su casa, su mundo, como un manzano viejo, no tenían intención de tornar el futuro. No hoy. 

Lusiana esperaba todos los días aquella palabra que colgase el día a la noche, como melodía inspiradora. Esperaba sentada en su porche, fumando tabaco de liar. Degustando los pliegos de otras vidas, que sin ser su reflejo maniataban la suya.

Se acarició los muslos a punto de color caramelo. Se sopesó el pelo arenoso. Y leyó un libro sin hojas. 
Sonrió porque no tenía ganas de llorar. Y de nuevo acomodó su cuerpo a la mecedora carmesí, esperando que llegasen otra vez las palabras, que sabía ella, acabarían por llover, como la violencia y la belleza de un diluvio, cuando menos se lo espera. 


Para ella, S (y los rincones), porque yo  sé que está. 

miércoles, 25 de julio de 2012

Vorágine


imagen: Imilce



Nace la vorágine que muere contra la espalda. 

Y regresa el sosiego. Los extrarradios disipándose cada vez más de las ciudades. Lejos de las células escurridizas por doquier. Microscópicos danzando a compás, bailando sobre el aire exhalado, tranquilo ya. Huidizos de la misantropía, buscando piel cuando el día acaba, y empieza la segunda parte del atardecer. 
Mira la soledad acompañada, existe, es posible, lo es. No renueva el aroma abandonado en las sábanas, perdido como paquete de mudanza. Nadie se lo llevará. Es una herencia petrificada, castigo de carne de motel. Un sueño, una mentira, un adiós, un destrozo, un agujero, un desgarro, un bisbiseo, un desdén. Después, un mar volviendo a lo que fue su precipicio, destronado y devuelto. Y tras la vorágine, las olas regresan en diferentes vientos. 
Entran ellas y abren las ventanas como se abre mi piel con el deseo. Es la distancia de tú y yo que choca contra mi espalda, el contacto no cumple su misión. Y desaparece. 
No es demasiado tarde, ni demasiado pronto, ni demasiado en ningún caso. 
Sólo es caminar sobre cristales, con zapatos abrochados hasta cortar la sangre, para recordar que viva, roja y caliente, circula. Con o sin ti. Conmigo y tú. Contigo y yo. O yo entre partículas, sin más. 

viernes, 20 de julio de 2012

Los cojones de María

María era de esas personas que te hacían volver a creer en el género humano. 
Entre moscas y calor, recuerdo aquellas tardes cuando la pequeña danzaba en el jardín mientras María y yo jugábamos a las cartas, apostándonos formas de nubes de una vida mejor que quizá nunca llegaría... Solía ganar yo, aunque ella lo hacía en otras cosas. Como las carreras de los martes para conseguir el mejor puesto, delante del nuevo cartero del pueblo. Aunque en realidad a mí me diese igual aquel muchacho, me gustaba competir con ella. 
Al final un día, María, se tiró al cartero, y yo quedé sin poder jugarme las nubes ese martes. Más tarde vino a mí, pero yo no pisaba las losas de mi comadre por si acaso confundía las cartas de jardín. 

Muchas primaveras antes de las tardes entre nubes, María se había quedado preñada con 16 años, no pudo abortar porque le faltaron 15.000 pesetas. En ese tiempo estaba tan penado abortar en tierras de dios como pedir dinero. A falta de los duros, tuvo una niña. La compensación fue extraña porque María era de esas mujeres, que de no haber sido así, nunca hubiera sido más madre que de una mochila y un mapa. En aquel entonces yo rondaba los 13 años, pero como casi todos los del pueblo, ya sabía fumar. Conocíamos a María porque nos regalaba tabaco de contrabando a cambio de ayudarla con el huerto.
No sé bien qué día, ella y yo nos convertimos en pilares mutuos. Pero sí cuando me salvó las bragas y la vida...
Corría yo un día sin colegio, con tres chicos del pueblo amigos de mis hermanos. Aquellos chicos me respetaban, pero habían robado vino de las bodegas de Paquín, y alcohol+culo joven, dictaba mucho del respeto, y más aún de las consecuencias en momentos de posible eyaculación no-pajillera. Quizá hubiera podido defender mi estampa por separado, pero eran tres y no uno y ése día yo llevaba falda. Pero María vino a mí, como Ulises a su Penélope, como caballo a su yonki. La recuerdo aparecer entre los matorrales, preñada hasta las cejas de unos 8 meses, la escopeta de su hermano, y el vestido remangado. Su voz chillando como una cerda en el matadero, sabiendo que no hubiera vacilado ni ante un ejército de 100 hombres, recuerdo el nítido del rojo de la sangre de Juan, el hijo del pescadero. "Por suerte" solo perdió 3 dedos, y yo mis medias de los días sin colegio. 
María los hubiera matado a los tres de ser necesario, incluso si el arma no hubiera llevado balas, lo hubiera hecho a culatazos, y sé yo, como sabían ellos entonces, que ni su bebé hubiera temblado en sus entrañas. Porque María tenía cojones. Y siempre los tuvo. 

Cuando la niña rondaba los 10 años, aún no había pasado ni un ápice de hambre. Aunque María y yo ya habíamos robado muchos tomates y saltado demasiadas vallas. Pero las cargas doblan espaldas, y María decidió cambiar de vida antes de partir la suya. Así, con la mano de su pequeña, como una extensión de su aire igual que un manantial de agua, como la sangre que perdió Juan aquella mañana.
Recuerdo que me apretó la cara y me dio las gracias. Memoro que yo, le apreté la mano y no dije nada. Pero mientras perdía sus siluetas en el andén, pensé que si el mundo hubiera tenido los cojones de María, todo nos hubiera ido mejor.

lunes, 16 de julio de 2012

El cielo se abrochará la cremallera después de mear sobre nuestras cabezas.


Señores, yo no soy digna de que entren en mi casa, así que lárguense.




Podrán caer las montañas que coronamos
pero sólo lo tangible, sucumbirá.
¿tú eres carne? ¿sólo carne?
Entonces, caerás. 
Concederán todos los permisos,
Firmarán todos los papeles.
Los pactos de verdad se hacen con sangre. 

En la realidad explotarán los cráneos de los que suspiran y no respiran.
Un perro aullará después del último frenazo en la carretera muda.
Una mujer despellejará lo que su marido gordo comerá en la cena.
Y el cielo se abrochará la cremallera después de mear lluvia ácida sobre nuestras cabezas.
Y todo el mundo será feliz... 
Y nadie percatará del ácido corroyendo las entrañas.
Masa gris descolorida. Mentes más vacías que claras. 
Y todo el mundo será feliz ...

Pero yo estaré aquí en algún desvío oculto de esta autovía vitalicia que nos pierde.
En el fin de lo no nuestro donde nace la utopía.

Escapa sin huir, con algo duro entre las  manos, por si acaso vienen a por ti.  




miércoles, 11 de julio de 2012

Astillas





Esperaba un pequeño paquete,
silenciosa, frágil
tras la mirilla de un séptimo,
piso, no cielo. 
Tan blanca ella, 
desesperaba.
Pintaba ciudades, pájaros, estrellas.
Un tiempo enfrascado,
dibujando
para compensar su retraso.
Humanidades irreales. 
Tocaba y pincelaba la paciencia por
él, 
su cartero.
Desgarro
de  espera. 


Tic tac quebró su pincel
un día cualquiera.
Entre reflejos ya
ni está ella,
ni el paquete,
ni el mensajero.

Tan sólo entre astillas,
aquel pincel,
como un vagón
sin pasajeros.







Game Over V



(Game Over IV en: http://miguel-bujan.blogspot.com.es/2012/07/game-over-iv.html)

Con la conquista de Los Veintinueve Universos, cada héroe de guerra había sido congratulado con un planeta, tamaño, según méritos conseguidos. AgRQu1nc3 gozaba de una preciosa esfera de colores. En ella había construido una plataforma inmensa para vivir cómodamente. 
Milk estaría bien allí, prepararía todo para su estancia en la zona privada de su lar.  
Mientras alimentaba a la cría con una mezcla vitamínica apta para su organismo, sabor químicamente afrutado, pensaba de nuevo en la desemejanza de sus orígenes naturales con la de los humanos. Las hembras de su raza, elegían a los machos adecuados para cada cría. El proceso protector materno era dilatado, las madres nutrían a sus brotes con su energía hasta completar la etapa de maduración. Después, extinguida de combustión vital, moría, dejando un ser adecuado a las necesidades de producción en su lugar. Nadie sentía pena por cada madre finada, pues era una muerte prevista, lógica, natural. No era un sacrificio, ni una muestra de amor maternal. Era la ley de sus savias. Muerte necesaria, vida organizada. 
Con el progenitor masculino el vínculo era distinto, los  machos preparan física y mentalmente a sus frutos. Cada padre, maestro de su vástago. Dueño de su futura disciplina y posterior culpable en caso errado. 
AgRQu1nc3 sintió algo parecido al frío de un hielo sobre su cuerpo caliente. Jamás había planteado con tristeza aquel organigrama impecable, dictador de su existencia. Acumulaba cierto cariño hacía sus progenitores, pero no era un amor familiar, sólo un agradecimiento hacía los autores de su vida. Nada más. 
En su especie, la función sexual era únicamente reproductora, por placer estaba totalmente prohibida bajo muerte.  A pesar de esto, tenían necesidades sexuales, que sin más remedio restituían sin compañía.
Pensó entonces en el sexo humano. En la importancia que ellos daban a tal acto. Haciendo de él, el pretexto esencial para una vida placentera... Nunca los entendería, pero curiosamente sintió un cosquilleo extraño…

jueves, 5 de julio de 2012

Game Over III

(Game Over II en:  http://miguel-bujan.blogspot.com.es/2012/07/game-over-ii.html )




Y la nave fue de repente una caverna donde recién se han descubierto pinturas rupestres. Tembló entero él y todas sus articulaciones. Instintivamente AgRQu1nc3 detuvo el conmutador de transmisión de coordenadas. Deslizó su nave, como quien desliza un caramelo desde la punta de la lengua a casi el final del paladar, suave, como teniendo toda una vida por delante. Cavilaba rápido cuál muerte daría al último vástago que la providencia le concedía el placer de satisfacer. La victoria del Planeta Tierra ya nunca podría asignarse a su raza, pero bien podría contar en las reuniones comunitarias que fue él quien mató al último humano. 
A pocos centímetros del único heredero de la barbarie, extendió su lengua secundaria sobre él, pues la mejor arma, no era otra que el líquido salivar de ellos, con un alto contenido de algo similar a la tetrodotoxina. Su lengua, al contacto con cualquier orificio, expande una sustancia pegajosa y negra. En segundos, las constantes vitales disminuyen, enroscando unos músculos enrojecidos, precediendo una espiral de huesos, sangre y colores. Mientras tanto los conductos internos se bloquean. La sangre coagula, paralizando desde cutículas a intestinos. Sin embargo el corazón, capitán del barco, bombea desesperado como último intento de mantener a su tripulación con vida. Para entendimiento social, digamos que el cuerpo explota por dentro. Como unos fuegos artificiales de invierno. Como una tormenta de verano. Como un orgasmo sobre las flores de primavera. 
Debe haber algo universalmente universal, pues la compasión a veces se apodera de la más brutal criatura. Junto con una violenta curiosidad de saltar las reglas... Si algo tras sus estudios, había envidiado del los humanos, era aquella maravillosa forma de actuar sobre impulsos, siguiendo las pequeñas hormigas que danzan en un estómago. Haciendo caso omiso de cordura. Reinando pues, una la locura instintiva. 
Sabía perfectamente trucar el receptor biopsíquico para que ninguna señal del hallazgo tuviera lugar. Escondería a la cría, aprendería de ella, estudiaría sus movimientos... quién sabe. Algo parecido a la ilusión brotó en él. 
Era una demencia colosal que rompía su firme disciplina... Pero el convencimiento de aquel acto llegó en el momento que aquel bello ser lineó su mirada con la suya...

domingo, 1 de julio de 2012

Todos gritan.
No tengo voz.
Existir, desaparece. 
Todo es mentira. Todos son mentira. Yo soy mentira.
Ruido, sin voz. 
No regalaré la luz. Ya no queda. 
Solamente relleno en mi vacío. 
Mañana viajaré sola. 
Pero hoy, no existo. 







viernes, 29 de junio de 2012

Y Yoko Ono se esfumó con Willy Fog y dieron la vuelta al cubo de basura



Venía dispuesta a contarte cosas, cosas importantes, cosas que debías saber. Incluso llevaba una pequeña libreta con anotaciones, recortes y fotos para que no se me olvidara nada. Elegí el camino largo, no había prisa, era temprano. Pasé por el barrio Grande, el de los helados. Decidí que era buena hora para tomar uno, stracciatella y fresa. Hice buenas migas con el tendero, me contó que había sido el camello de River Phoenix en otro tiempo, y que huyó de la zona cuando pasó todo aquello. No pude marcharme hasta el final de su historia, ya sabes que siempre me gustó Phoenix, era un yonki irresistible. Cuando quise dar cuenta era tarde, pero aún quedaba tiempo. Podía haber atajado por el barrio Grisnegro, pero no lo hice. Llegué a la zona de Casas Azules, donde las hamacas peligrosamente cómodas, imposible pasar por ellas y no dejarte abrazar. Una de ellas me contó que estaban faltas de cariño, que las cosas no eran como antes, cuando los caminantes se daban de tortas por sentarse en ellas. Ahora casi tenían que prostituirse por tener un culo encima. Ella lo comparó como un río sin agua, y yo entendí su pena. Despidiéndome con promesas de volver, saliendo de la zona Azul, tropecé con Willy Fog, muy desmejorado por cierto. Olía a vino barato y le se habían caído algunos dientes. Le pregunté por su bastón, pues ahora se apoyaba en un trozo de hierro oxidado. Me confesó que lo había cambiado por una noche de amor, de ahí su estado, sexo loco sin condón, ya sabes. Había pillado algo raro, contagioso. Yo guardé la distancia con sutileza, pues Willy, aún hecho polvo, no dejaba de ser un león dando vueltas a un cubo de basura porque el mundo se le había quedado demasiado grande. 
Me despedí de él cuando se hizo repetitivo con eso de que se lo pusieron demasiado difícil con los 80 días.
Bajando por la cuesta de las Palomas, tropecé con algo parecido a Yoko Ono,  me dijo de componerme un tema o pintarme un cuadro. Le dije que no, se puso pesada. Me dijo entonces de venderme unos zapatos de gran valor, pues eran de su marido muerto, pero ¿para qué coño quería yo unos zapatos usados del número 44? No tenía sentido. Se sintió ofendida y tras una nube de polvo, desapareció. Muy mística.
Al fin llegaba, pero era de noche, y el camino empezó a desaparecer hasta el día siguiente. Un castor guatemalteco me ofreció un tronco para descansar. Pero se me fue de las manos, y cuando desperté casi ya era la hora de encontrarte. Salí corriendo, pero al llegar a la puerta tuya, nadie abrió. Esperé un rato, pero comprendí que ya no volverías, porque yo ya no te buscaba. Me di cuenta de que tampoco llevaba la libreta, seguramente Yoko y sus manos largas... Entonces ya no recordaba nada de lo que venía a decirte, quizá porque en el camino, había dejado de ser importante.

lunes, 18 de junio de 2012

Game Over



Por la posición solar debían ser las 12,00 AM hora terrícola, cuando AgRQu1nc3 pisó el Planeta Tierra. Su temperatura se transmutó en 2 segundos, sonrió, había practicado mucho tiempo en la cápsula emuladora de oxígeno para conseguirlo, de hecho, había perdido más del 30% de sus órbitas oculares, era realmente desagradable cada vez que le explotaba un ojo. Quizá la parte más dura de la preparación. Pero sin aquel aprendizaje, su estructura celular no hubiera podido aguantar más de 5 segundos al contacto con los gases y el calor. Mierda de clima terrenal. 

Estaba nervioso, pero firme, habían sido 1.800.390 actiarios, en dialecto terrícola, 18 años, elaborando la conquista de Los Veintinueve Universos. Era el último planeta por someter. Su cometido esta vez era el más importarte, tras el primer paso de reconocimiento, daría la orden, y miles de naves del tamaño del Mar Rojo sucumbirían el Planeta Tierra. Todo estaba previsto para el postre final. 
Pero tras la emoción de un sueño casi patente, advirtió algo anómalo. Según sus cálculos, debía encontrarse en Berlín, capital, sino recordaba mal, de Alemania. Pero era imposible, pues tan sólo acertaba a ver, restos de lo que los humanos llamaban edificios, escombro, acero y huesos. Quizá había desatinado el punto de aterrizaje. Se sintió ridículo por unos segundos. Así que montó a la nave de nuevo, limpió sus extremidades de apoyo de una pegajosa bilis, que por el color ennegrecido, debía ser de Ángela Merkel y puso rumbo hacía el siguiente punto, New York. Pero la visión volvió a repetirse. Después en Tokio, Madrid, Caracas, donde tuvo un desafortunado episodio con un trozo de oreja, que por lo puntiagudo de su terminación debía ser de Hugo Chávez. Más tarde Bagdad, Londres, París, Nada. Desolados grises. Incomprensible. Él y los suyos reinaban ahora Los Veintinueve Universos. Nadie podía haberles adelantado. 
Pero en su desconcierto, atisbó un halo de luz, había estudiado mucho sobre los entes terrícolas. Seres extraños, de falso coraje y desmesurada violencia. Estúpidos en doctrina. Animales reinados por animales, alimentados de sus propias carnes. Reproductores de copias por placer. Copias que más tarde destruirían las copias anteriores, y así, sucesivamente, todo muy loco. 
Sólo una raza tan necia como la humana era capaz de destruirse a sí misma. 

Con extraña pena subió de nuevo a su nave. Le hubiera gustado ver explotar aquella esfera de colores dominada por smartphones, gases tóxicos y reggaeton. 

En realidad, nunca una guerra fue tan fácil. Ni tan ridícula. 

martes, 5 de junio de 2012

Mil cosas tengo, menos un título



Había charcos de limón para cicatrizar heridas, para secar la sangre, esquinas. 
Había cintas métricas con números borrados, nadie se molesta en calcular el trayecto entre una boca y otra, pues perdería misterio el paraíso. La distancia es un deseo, da igual si estás de mí tan lejos como Goliat de David. Tengo una honda, mi cuerpo. ¿El impulso? Mi cerebro. 
Había un espacio libre de aleación. Un valle donde la desintegración era necesaria. Si entro, no sufro aunque me despiece, no caigo en la estructura, sólo dejo de formar parte de ella. La irrealidad está aquí, encerrada en una jaula. No tengo la llave, pero sí la cizalla. ¿Escuchas los gritos de fuera? Ellos perdieron todas las herramientas. O se las cambiaron por oro. Pero el oro sólo abre las puertas que se pueden tocar. Por eso están encerrados.
No hay formas. Sólo terciopelo por todos lados, tanto que siento calor, pero el calor de los dioses cuando están gozando. Fuera es fuego, dentro clima etéreo. 
Mancho tu casa, mientras limpio la mía, como siempre, el egoísmo gira el mundo, pero yo hago palanca para que nadie mueva el mío. La filantropía, creo, siempre fue un sueño, tapaderas para cazos con agua sin verduras. 
Había un mercado enorme, compré todo lo que no se vendía. Vendí todo lo que no compré. Y vacía, en el vacío me convergí. Soy hoy, lo que no seré ayer. Mi círculo es mío, recién planté vitaminas. No vengas a pisar las margaritas.
Había estaño, se convirtió en silencio, imposible quebrarlo. Alguien dijo, es momento de existir, pero casi nadie asiste a clase los domingos. 
Oigo jaleo por ahí, pero no sé qué decir. Las palabras se pierden cuando muchos murmullos son un grito sin sentido. Chirrío de frenos de una bicicleta sin ruedas.  
Había un corazón desabrido, pero se descalzó de perfume. Y dejó de saberse a sintético. 
Esto es una danza, como los niños sin reglas del Señor de las moscas, pero sin matanzas . Aún no estamos lo suficientemente locos, quizá cuando nuestro avión se auto destruya en una isla perdida. Y por fin seamos dueños de nuestra autonomía, en autarquía. Matándonos con un AK47 cargado sólo de dulzura. 

Depende de donde mires. Encuentras. He aquí mi alegría. 

martes, 15 de mayo de 2012

Dad de comer al cordero, o el cordero os devorará




Imaginar que todo cambia de posición, sentido. Color.
Los caminos se evaporan, no hay señales que seguir. Lo rojo es amarillo, lo amarillo, gris. El cielo, en búsqueda y captura. Los árboles, palos de pegatinas. E igual que los caminos, las manos pierden las señales que las marcan. La música, se des-inventa.
Incluso el Señor del infierno sentiría pavor. Además no soportaría este calor.

Si todas las puestas de sol cambiaran del refulgente al opaco. El oxígeno por cenizas de baladre. Si el azúcar fuese granulado de asfalto. Si la sangre perdiera la sublimidad del rojo...

...Pero dicen que no pasará, lo dicen ellos, aquellos que rezan por todos los que no. Ellos, no sé bien quiénes son. Quizá tu madre, o la mía. Quizá el señor del estanco. O todo Paco que vive en cualquier calle. No sé. Mi abuela decía que mientras alguien rezase, todas las almas estarían salvadas. Pero yo tuve que dejar de creer en muchas cosas, para poder hacerlo en otras.
¿Y sabes eso de vivir en una caja de zapatos con gotele de los años 50? Por eso sé que aún alguien reza.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
Pero el cordero se comió la paz, y vomitó el pecado.

Es el desequilibrio del mundo. Como aquella película que veía de niña, El laberinto, en una escena de escaleras. Sin sentido, torcidas. Extrañas, sin fin...

-Disculpe, ¿Hemos llegado ya al Caos?
-No, es la siguiente parada.
-Entonces me da tiempo a otra canción.

Hablo de 35º grados de primavera. De paraguas sin pareja para salir a bailar. De un chihuahua degustando solomillo en plato. De niños comiendo mierdas de vaca en suelo. De manifestaciones no escuchadas. De corbatas que no ahogan.
De que donde acaba el interés, empieza la belleza. Por eso es que sólo veo deformidad, y en ella, no hay un ápice de hermosura.

Pero incluso cuando lleguemos al caos, sé que siempre quedarán las flores, y a ellas, nunca las escuché rezar.

jueves, 26 de abril de 2012

Fumigando


imagen: Imilce


Yo soy el parásito que viaja tu cuerpo. El comensal privilegiado en tu cabeza, hoy de nuevo para comer, cerebro.

Barrotes de hierro. Sonsonete sin ritmo

Yo soy el desierto de tus noches. La mordedura. 
Yo soy tu primer vaso de agua infectado de apatía. Tu café con sacarina, tu cerveza sin alcohol.
Yo soy la prueba de que el sinsabor mata. Yo no te espero, te actúo, mientras no te inmutas viendo telecinco. Mientras tus venas se entremezclan con las raíces exánimes. Mientras te anclas a un puerto evaporado, sin barcos, sin sal, sin niños riendo, sin manos cuarteadas de marineros. Sin faro ni marejadas.
Yo nazco del alucinógeno que no te atreviste a probar. Emano de tu miedo a tocar la piel ajena. Yo afloro de la vida de tu soledad. De tu sueldo mínimo interprofesional.
Yo soy el engaño en metadona. La mesura artificial. 

No hay ciencia que me erradique. Ni médico que me sepa. Tan sólo desaparezco si abres la puerta. Si el aire mueve tu pelo. Si la risa vuelve a estallar. Si tu cuerpo muda la piel.

martes, 17 de abril de 2012

Un año bipolar



Este mes el blog cumple 1 año. Y yo 25. Así que hoy, entrega especial.
.....
Todas las cosas empiezan por algo, y esto comenzó por un final. Algo así como "yo en el extrarradio del mundo".
No sé poesía, nunca la he escrito. Simplemente igual que en los puzzles, las palabras me encajan. Aquí hay un 50% de realidad. Pero eso no es raro. De hecho la vida tiene un porcentaje bajo de la  misma. Cada cual en su burbuja.
Dan igual los seguidores, no importa si 50, 200 ó 1000. Siempre mejor calidad que cantidad.
Aquí decir o no decir, es más factible. La incertidumbre juega según enciendas tu ordenador. 
Yo no soy Imilce, y sin embargo lo soy, quizá en ese 50% del que hablaba.
Porque aquí somos avatares, dibujos, fotos, seudónimos, anónimos, disfraces, robots, iconos... Pero lo bueno es que de vez en cuando, sientes que tras todo esto, hay algunas personas...


Quizá seamos un poco como el niño huevo de Citizen y acabemos por rehacer los pequeños trozos de cáscara, volviendo a nuestra cúpula blanca. Y ser, eternamente embriones. 
Pero si no, siempre podemos entretener al odio, drenando la furia, como Ina en donde después de todo, sólo quedará la nada. Y contradictoriamente, "su nada" inspira. 
Y entre otra nada, también hay tonos suicidas, sexuales, escupidos, directos... exquisitamente relatados por Advenedizo, dentro y fuera de la constitución del alrededor. 
El tiempo se amontona en cajas de cartón. Y entre la mezcla de lluvia de polvo y aire franco, se divisa El mar de las almas perdidas. Eso significa que a pesar de la soledad, algo nos acompaña, aunque sean las moléculas.
Pero en pequeñas motas de polvo, también hay inmensidades escritas en pocas palabras, Toro Salvaje te las cuenta.
Incluso, podemos agradecer que hay vida después de los best seller, sabiendo que también hay escritores sin fotografía en las solapas de un libro. Y aunque se equivocó con el disparo, se disculpó diciendo: Perdón creí que era un ciervo. (Maravilloso, en Vértigo).
Y que la exactitud no es necesaria, aunque se trate de contar muertos como relató Men, eternamente dispuesta a hacer sonreír. 
Dejar nacer a los malos hábitos,  es vital para no petrificar en el suelo, escupir saliva y continuar corriendo, Rdimichelle. 
Entenderlo todo, es como querer subir dos montañas a la vez. Es mejor disfrutar de lo que crea psicodelia en la cabeza. Un maestro en ello, Juan Ojeda
Y aunque el amor a veces es violentamente destructivo, se puede encontrar algo de luz y sensibilidad, entre las sábanas de Gala. O ir a donde sí se inventa poesía, acompañada de Teyalmendras. O hacia Mariola
Mear en la calle en ocasiones, es cosa de vida o muerte. Olvidar los modales. Jugar sucio. Dejarnos caer en la Hermosa decadencia, como la de Rorschach. Recomiendo concretamente esta historia de un tricornio. No apta para sensibles.  Pero si se hiere tu parte blanda, no sufras, tienes una posada para sanar, Kramen te acompaña. Con desayunos de cuero y azúcar, SweetY más abajo, en una isla, feroz sinceridad, donde aina.
Y si te dan miedo las serpientes, llama a El joven llamado Cuervo. Se pueden quemar en la hoguera de la zona, la que aviva Mareva, con sus ideas. Mientras tanto quizá encuentres el Diario de Incontinencia.
A veces no  queda más que batirse en la adversidad, como f. O parasitar con Los santos no inocentes. Pero no, no estamos solos, tenemos palabras en 35mm con la Señorita Demakrada. E incluso el lejano Oeste de Gybby.
Y una corona sobre la tarta de Anne


Esto es un laberinto sin final, pero no me olvido de: Jana de la niebla, B. Art, El canto de la Luna, Humberto Did, Sudece, Dawa, Mariette, Finicolasgafas, Ángela, La rubia tarada, lapislazuli, Clochard, Lou, David C. , Spaski, fus, Loba, África, Simplementeyo, Dissortat, Lunática, efa, Angel Garcia Riol, Mixha Z., Alástor, David, Asolada, Gatita oscura, Rchs, mjromero, Ramón Iglesias, A solas con Lucía, Nuevo Ícaro, Sentimentiras, Psycho Are, Magenta , Elma T ...
También Aliana, por seguirme a la luz y a la sombra, y por ponerme en mi sitio ;)


Y a Lorena, siempre.


Aún queda tiempo, por morir no hay prisa.


Gracias